miércoles, 23 de abril de 2008

Me gusta desvariar

::: Estoy investigando cosas nuevas. Lluís Amiguet -sí, el de la contra de la vangu-, nos ha enseñado la contracrónica, que cada uno la entiende a su manera, pero para mi es la filosofía de 'ves a un sitio y escribe de lo que te dé la gana, menos de lo que se haga, y además, desvaría'. Y así lo he hecho. Este mes es fase de experimentación, ya que el Indicador no da para mucho, voy sólo en el cierre, y además tengo muchas cosas que hacer de la universidad.

El hombre árbol es famoso por mi mención en la crónica. Le tengo mucho cariño -aunque no lo conozco-, porque me impactó su presencia, pero me he ensañado verbalmente con él (un poquito). Eso sí, de forma metafórica y buscando la sonrisa. Desde aquí le pido disculpas, por si no lo entiende, aunque dudo que llegue hasta aquí. A los demás, perdonad mi locura.

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Lo que hace el cambio climático ...


::: Mi visita a una partida de airsoft ha dado lugar al mayor descubrimiento de la historia: el hombre árbol. Impacta ver entre tanto militar perfectamente equipado, un hombre fornido vestido con un poncho de hojas, llamado Guillie. Resulta que los que acostumbran a llevar tan estrambótico atuendo son los francotiradores, encargados de eliminar a los miembros importantes del otro equipo, disparando desde un mínimo de 20 metros. Si ya lo decía yo, que la naturaleza se volvería contra nosotros… ¡Hasta los árboles están en guerra!

Mientras explicaban el guión, no podía parar de fijarme en él. Lo miraba, miraba a otro lado, lo volvía a mirar… pensé que si lo hacía se confundiría entre la maleza, pero ¡el hombre árbol está hecho todo un roble! tiene un buen fuste, con una curva algo acentuada –seguramente lo riegan con cerveza-, y su copa no es demasiado espesa, por lo que los rayos de sol se reflejaban en ella y brillaba, así que era fácil de identificar. Ya sólo podía esperar a que empezara la partida, a ver si se ponía el gorro y desaparecía, sin más.

Al formar los equipos, me aseguré de que el Guillie estaba en el mío, para poder seguirlo de cerca. Nos dirigimos a la base y el sol pegaba cada vez con más fuerza, tanto, que el hombre árbol empezó a hacer la fotosíntesis, y además era perfectamente consciente de ello, ¡hasta llevaba gafas de sol!. Estoy segura de que utilizó la energía de la luz para crecerse ante el enemigo, como un buen roble francotirador. Me fijé en sus hojas, me puse a contarlas y desistí, debía haber unas mil. Unas hojas acuminadas –que terminan en punta y disminuyen gradualmente- y dentadas, de tonos verdes, marrones, beige… pero ni estas últimas se caían, porque estaban perfectamente cosidas.

Me acerqué a él y comprobé su doble nacionalidad. Olía a tierra mojada, pero también a sudor. Ese Guillie ya tiene unas cuantas partidas, me dije. Al empezar la guerra, el hombre árbol se quedó cerca de la base, custodiándola, y no lo volví a ver… así que puede darse por satisfecho.
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>> Qué es el airsoft?

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