::: Estoy muy indignada. Me he comprado unas botas 'de agua' rojas, un calzado que llevaba tiempo buscando y ... no me han durado ni dos días. ¡Son un asco! además de una timada. Por eso he decidido hacer una crítica en toda regla. De algo tiene que servir esto de ser periodista, ¿no?. Así informo al mundo y hago terapia gratis. Este mes sufriréis la consecuencia de que tenga un poco de tiempo libre, ¡se me ocurren cosas como estas!.
Mientras lo escribía me dolía menos el haberme gastado ese dinero y hasta me las he vuelto a poner, con sus defectos y su mala imagen ... para que las veáis todos y evitar que se extiendan. De paso me he informado sobre las wellies y su origen. Muy curioso, por cierto. Y es que siempre se puede mirar el lado bueno de las cosas.
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Botas de agua para días soleados
Artículo: Botas de Agua
Marca: Coolway
Modelo: Cool Wellies
Color: Rojo
Precio: 41,99 euros
Material: suela y puntera de goma, cuerpo de plástico por el exterior recubierto de una fina capa acharolada e interior de tela a rombos.
Marca: Coolway
Modelo: Cool Wellies
Color: Rojo
Precio: 41,99 euros
Material: suela y puntera de goma, cuerpo de plástico por el exterior recubierto de una fina capa acharolada e interior de tela a rombos.
::: Las botas de agua inundan las calles de colores vivos, porque resulta que ahora eso es ‘fashion’. Este peculiar calzado de goma, se conocía en Inglaterra cariñosamente como wellies, y se hicieron famosas en Wellington, en el s.XIX, gracias a su duque, que fabricó unas botas de piel cuyo diseño fue tomado del modelo que llevaba la caballería alemana. A partir de ese momento empezaron a ganar aficionados entre las familias terratenientes, y más tarde se fabricaron de goma, y en todos los colores; azul, amarillo, verde...
Ahora ya no sólo se conforman con eso, sino que las sacan con tacón, cuña, estampadas, con flores, rombos, rayas, topos, de caña alta, baja… hay un sinfín de posibilidades. ¡Hasta Channel diseña estas botas!. Así es la moda. Pero no se confundan, no todas las botas de agua son para los días de lluvia. La marca de zapatos Coolway, aprovechando el boom de este tipo de calzado, lanza a la calle una línea de botines y botas aparentemente de agua, planas, de colores vivos, y a un precio relativamente asequible, pero que acaba resultando más que elevado.
Cual fue mi sorpresa cuando, tras comprarme unas de estas botas, de color rojo pasión, me dispongo a estrenarlas una tarde lluviosa. Su suela de goma resbalaba hasta el punto de tener que andar pisando fuerte e imitando a R2-D2 para no caerme. Su caña ancha hacía que todas las gotas entrasen sutilmente en la bota, humedeciendo mis calcetines y mis pies, y provocándome un malestar que no me dejaba desenvolverme con naturalidad. Además, la rigidez de sus materiales hacía que me arrepintiera a cada paso de su compra, porque se arrugaban y me pellizcaban el empeine y el tobillo.
Al llegar a casa, me las quité rápidamente y las observé. Estaban mojadas y desquebrajadas. ¡Estas katiuskas parece que tienen 6 años!. La capa de charol rojo que envuelve la bota es más fina que un folio y, al mojarse, se había agrietado formando unas rayas blancas que dejaban ver el fondo. Mi pequeña adquisición por ir a la moda había resultado todo un infierno. ¡Esas botas son rojas porque las ha creado el diablo!, me dije. El olor a humedad no desaparecía, así que tuve airearlas durante unos días, para volver a la calzarlas, eso sí, en un día soleado y con mucho cuidado. “Son botas de ciudad, no de agua”, me decían cuando las criticaba. Pero… ¿es que en las ciudades no llueve?.
Ahora ya no sólo se conforman con eso, sino que las sacan con tacón, cuña, estampadas, con flores, rombos, rayas, topos, de caña alta, baja… hay un sinfín de posibilidades. ¡Hasta Channel diseña estas botas!. Así es la moda. Pero no se confundan, no todas las botas de agua son para los días de lluvia. La marca de zapatos Coolway, aprovechando el boom de este tipo de calzado, lanza a la calle una línea de botines y botas aparentemente de agua, planas, de colores vivos, y a un precio relativamente asequible, pero que acaba resultando más que elevado.
Cual fue mi sorpresa cuando, tras comprarme unas de estas botas, de color rojo pasión, me dispongo a estrenarlas una tarde lluviosa. Su suela de goma resbalaba hasta el punto de tener que andar pisando fuerte e imitando a R2-D2 para no caerme. Su caña ancha hacía que todas las gotas entrasen sutilmente en la bota, humedeciendo mis calcetines y mis pies, y provocándome un malestar que no me dejaba desenvolverme con naturalidad. Además, la rigidez de sus materiales hacía que me arrepintiera a cada paso de su compra, porque se arrugaban y me pellizcaban el empeine y el tobillo.
Al llegar a casa, me las quité rápidamente y las observé. Estaban mojadas y desquebrajadas. ¡Estas katiuskas parece que tienen 6 años!. La capa de charol rojo que envuelve la bota es más fina que un folio y, al mojarse, se había agrietado formando unas rayas blancas que dejaban ver el fondo. Mi pequeña adquisición por ir a la moda había resultado todo un infierno. ¡Esas botas son rojas porque las ha creado el diablo!, me dije. El olor a humedad no desaparecía, así que tuve airearlas durante unos días, para volver a la calzarlas, eso sí, en un día soleado y con mucho cuidado. “Son botas de ciudad, no de agua”, me decían cuando las criticaba. Pero… ¿es que en las ciudades no llueve?.
Ahora ya sé lo que es ser una fashion victim.